Yo, tarot (segunda parte)
Querían que les dijera que a su marido que trabaja con una rubia de pelo corto lo estaban sonsacando
Primero que nada me disculpo, ante todo conmigo misma porque no es que ustedes no pueden dormir pensando en mi newsletter, por estas últimas dos semanas de inconstancia con todo esto. No los voy a aburrir contándoles los dramas de mi vida ni excusándome porque odio las excusas. Esto es lo que hay, a veces se puede y a veces no, igual me voy a poner las pilas para no perder la constancia con la escritura que es algo que disfruto y quiero hacer mucho más. Volvemos a empezar en lunes, y me reto a mí misma públicamente a volver con la constancia de enviar esto todos los lunes, así como me reté a dejar de fumar y no lo logré, así que esperen poco.
En fin… quedamos en mi historia con el tarot y les debo esta segunda parte que les chorié increíblemente la última vez con ese interludio (¡que a pesar de todo gustó! OJO), ya que este newsletter se llama brutalmente honesta vamos a hacerle honor a su nombre:
Yo amo hablar sobre el tarot, es de esos temas de los que puedo hablar por hooooras sin cansarme, mi historia con él ha sido hermosa, rara y difícil pero es tan fundamental en mi vida que lo tengo tatuado para siempre. Pero sinceramente estaba hablando de estos temas convenientemente para promocionar mi curso de lecturas (noooooo ¿en serio?). El curso empezó la semana pasada con un grupo muy bello de personas a las que quiero genuinamente, entonces la verdad es que me desanimé un poco de seguir escribiendo sobre eso porque ya no le iba a sacar ningún provecho. Me había inventado una charla para hablar sobre el tarot pero al final no la hice (perdón Andrés). Así que nada, les hablaré aquí un poco de lo que iba a hablar allá que es sobre mi experiencia como tarotista profesional.


Un dato no menor, es que una de las formas en las que el tarot se empotró en mi vida fue alrededor del 2010, cuando sufrí mis primeras crisis psicóticas, justo me habían regalado el tarot de Marsella (recuerden que regalé el mío en México) y tenía el tarot siempre conmigo, sumamente presente en mi vida al punto en que cuando tuve esas crisis tomó un protagonismo muy extraño en todo lo que pensaba dentro de mi locura. Lo sacaba, lo ordenaba, lo veía, lo sentía casi vivo, le empezó a dar sentido a todo, un sentido muy extraño, pero sentido al fin. Les hablaba mucho del tarot a mis papás, quienes eran casi los únicos acompañándome en ese momento de mi vida, y eso los angustiaba más aún. No me entendían, no porque no entendieran del tarot, sino porque nada de lo que decía realmente tenía sentido. Veía el tarot en todas partes, en el sol, en la luna, en la gente de la calle, en las figuras de mi vida. Cuando salí de este estado pasé un tiempo asociando el tarot con ese momento de mi vida y ese estado mental, y no solo yo sino también las personas que me rodeaban, así que tomé un descanso.
Y aquí si entramos al verdadero tema, en algún momento me terminé reconciliando con el tarot y a eso de mis 20 pico de años me pegó por emprendedora (yo siempre visionaria). Tuve un emprendimiento de bufandas tejidas, un fracaso, uno de accesorios, otro fracaso, y en una de esas se me ocurrió ofrecer mis lecturas del tarot cobrando ¿adivinen que pasó? sí, otro fracaso, terminé leyéndole a todo el mundo gratis. Sin embargo tuve buen feedback así que guardé ese dato en una cajita para bastante años después enseriarme completamente como tarotista profesional en el proyecto Mutarotista.
Mutarotista fue mi personalidad de tarotista desde el 2018 hasta el 2020, afortunadamente tuvo bastante tracción, especialmente en México, porque México y yo somos un solo corazón, somos así ))<>((. Pero ¿qué pasa cuando llegas a mucha gente muy diversa? que ya se empiezan a salir del nicho de lo que haces y vienen con otras necesidades. Yo siempre traté de dejar muy en claro que mis lecturas no eran predictivas, sin embargo la figura estereotípica del tarot está tan marcada en nuestra psiquis que es difícil verlo como otra cosa, eso hizo que llegara gente a mí preguntando mucho ¿qué va a pasar con…?. Querían que les dijera que a su marido que trabaja con una rubia de pelo corto lo estaban sonsacando. Era difícil darle la vuelta a esas preguntas evitando sentenciar cosas, tratando de aportar algo más allá que pudiera hacerles entender la angustia que conlleva esa pregunta sobre el futuro.
Hablando de este tipo de experiencias no puedo dejar de hablarles sobre uno de los lapsos más oscuros de mi carrera como tarotista: Fortunica. Fortunica es una página web que vendría a ser el equivalente de las llamadas a Madame Sassu pero de modo online. Una como tarotista se postula y te eligen para ser parte de su equipo. Aquí si tuve un real acercamiento con un mercado masivo y muy apegado a estas ideas del tarot predictivo. Fue todo un reto pues las preguntas que me llegaban eran problemas que como persona me escandalizaban pero como tarotista debía responder. A veces hacía más de 5 consultas al día, todo por escrito, no me terminó yendo bien, no correspondía con mi propuesta y me dolía tener que ceder en mi manera de llevar a cabo mi labor para ganarme una plata extra, que en realidad tampoco valía mucho la pena sacrificarme tanto por lo que ganaba.
Trabajar en algo donde diariamente tienes que escuchar, entender e interpretar los problemas de otrxs con comprensión y tacto (y yo de tacto, poco, muy poco) es una cosa muy retadora, me quito el sombrero con todas las personas que trabajan en cuestiones de salud mental. Sin embargo en cierto sentido soy un poco de hierro y con algo así puedo lidiar (ay ellaaaa, empoderada, barbie guerrera). Toda esta experiencia me hizo entender un poco la condición humana, el rollo mental que nadie se salva de tener, me vi en esas personas, quizás ellas también en mí. La raza humana no puede vivir sin una angustia encima, no importa quién seas ni en donde estés, y está bien, es parte de lo que nos reta a seguir viviendo, esas angustias son difíciles y buscamos ayuda, queremos darle sentido a todo esto, pero más que nada queremos sentir tranquilidad, queremos que alguien nos diga que todo va a estar bien, que puede ver el futuro y nos diga “estarás mejor, todo se va a solucionar”. ¡Y obviamente! ¿quién no quiere eso?, es lógico, humano, sentir que no podemos salir de un hueco y necesitamos una mano que nos ayude, o varias, en todos los sentidos.
Mi prioridad no solo en el tarot sino en todas las labores de mi vida, fue, es y siempre será ser útil. Si lo que le dijimos el tarot y yo a esa persona le sirvió de algo my job here is done and I did something. Si es posible repercutir de alguna forma en la vida y de alguien y darle una nueva perspectiva yo quedo feliz.
Me gusta ser tarotista, lo llevo con orgullo, es parte de mi biografía, mi currículum y mis capacidades. Me gusta poder colaborar, así sea un poquito, con el razonamiento que pueda terminar resultando en un momento de paz para alguna persona. El mazo del tarot forma parte de mi caja de herramientas vital donde puedo crear y ayudar. Cuando le leo el tarot a alguien conecto con esa persona de un modo especial así no la conozca, soy una especie de amiga temporal, y me gusta serlo. Una de las cosas que me llevó al internet desde temprana edad fue su capacidad de conectarme con todo tipo de personas en cualquier lugar del mundo y con esta labor conecto desde un lado hiper-humano, tratando con empatía la angustia ajena, es otro modo de conocer a esas personas, te confían cosas tan humanas que es imposible no encontrar algo de una misma en ellas y en ese ejercicio donde nos reflejamos en nuestra humanidad terminas dándote cuenta que todos somos uno.